sábado, 19 de marzo de 2011

Caminar sobre los miedos

Siempre he dicho en determinados momentos que mi proceso de reflexión acababa un día, cualquier día que me pasaba algo importante, bueno o malo. Pero me equivoqué.


En realidad soy una persona reflexiva, me paso todo el día pensando, aunque no quiera pensar. La cabeza se me llena de ideas de todo tipo. Y muchas noches no puedo dormir hasta que apunto en algun sitio esas ideas.



Bueno, pues la idea de hoy es " hasta que punto soy capaz de afrontar mis propios miedos con una estrategia bien pensada y llevarla a cabo con diligencia". La respuesta es: he sido capaz, solo a veces.

¿ Y eso por que?. Pues porque tengo poca disciplina conmigo misma. Y la falta de disciplina hace que las emociones te zarandeen como un muñeco, como un barco a la deriva que se mueve a gusto de las corrientes marinas. Y todo eso me lleva al descontrol de mi misma.

Dejar que las emociones salgan hacia fuera es bueno, pero no siempre.
Las emociones son nuestro "yo" infantil y todos sabemos que lo infantil necesita una guia, un tutor que le muestre el camino. Y todos somos el Maestro y el Aprendiz. Yo soy el Aprendiz y mi propio Maestro, pero para poder autodirigirme, mi "yo" Aprendiz tiene que escuchar a mi yo Maestro. El primer paso a una vida mejor gestionada es saber cuando uno se está comportando como un niño y cuando como un maestro.

Y al cabo de estos meses, a través de mis propios problemas, he caído en la cuenta de que no los he estado gestionando como debería. He dejado que la emoción domine a la razón. Y necesito mi razón hoy mas que nunca.

Mis problemas no van a cambiar a menos que yo lo haga. Así que a partir de ahora, cuando tenga la sensación de estar perdiendo el control, saldré de casa, me daré un paseo, me tranquilizaré y pensaré con lógica el plantel que se me presenta para poder encontrar una solución adecuada.

Hay que aprender a caminar sobre tus propios miedos, estar por encima de la actividad diaria, no con actitud contemplativa, sino con una actitud activa y no permitir que nadie nos haga perder el control.



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