domingo, 11 de marzo de 2012

Un héroe de la constancia.

Siempre me he sentido atraída por la cultura japonesa.

A menudo me he maravillado de la gran virtud que tiene este pueblo. La constancia. Los japoneses no consiguen grandes cosas porque sean inteligentes, con esto no quiero decir que no lo sean, como en todos los países habrá gente inteligente y gente que no lo sea, pero lo que es factor común de la civilización nipona es la constancia. Y debo admitir que una de las herramientas nuevas que estoy experimentando para conseguir mis objetivos para junio es esta virtud.

Uno de los ejemplos de lucha, esfuerzo y superación que este gran país ha dado es el señor Soichiro Honda. Por su apellido os imaginaréis que es el fundador de Honda Corporation.



Nació el 17 de noviembre de 1906  en el pueblo de Hamamatsu, su padre tenía un taller de reparación de bicicletas, así que su pasión por la mecánica le tenía que venir de familia, de hecho a menudo le pedía a su abuelo que lo llevara a ver una máquina de las que quitan la cáscara al arroz en una granja vecina. Fue muy mal estudiante, de hecho según palabras de él, pésimo. Tenía la cabeza siempre entre sus adorables piezas de máquinas e incluso pensaba que tener un diploma era menos útil que una entrada de cine usada, al menos con la entrada, decía, veía una película, pero con un diploma según él no estaba muy seguro de poder entrar en la vida.

A los 15 años se mudó a Tokio para trabajar en una empresa de automóviles llamada Hart Shokai, curiosamente lo que tenía que hacer era cuidar al bebe de su jefe. Más tarde a los 21 años ya era todo un experto mecánico y le ofrecieron un puesto como jefe en la sucursal de su pueblo natal. Pero a Soichiro no le gustaba ser un ejecutivo y tomó una decisión. Todo lo que tenía lo vendió y compró un taller para desarrollar una idea, el concepto de un aro de pistón. Su objetivo era vendérselo a la Toyota Corporation y trabajó día y noche, se ponía de grasa hasta los codos y llegó a dormir en el propio taller. Incluso vendió las joyas de su mujer para seguir en el negocio porque estaba muy convencido de su idea.

Cuando finalmente acabó el aro de pistón y se lo presentó a Toyota, la empresa le dijo que no tenía la calidad que exigía la empresa. Le enviaron de nuevo a la escuela y allí tuvo que aguantar todo tipo de burlas de sus compañeros de clase que se reían de su diseño.

Pero en vez de hundirse y rendirse al dolor de la vergüenza, enfocó la experiencia para conseguir su objetivo. A los dos años, por fin Toyota le ofreció el contrato que él quería. Para llegar a este punto, el señor Honda no abandonó su sueño, apasionadamente trabajó hasta conseguirlo sin importar el qué dirán, ni cambiar la base de su idea, porque estoy segura de que algunos de sus compañeros le contarían su versión del pistón, pero él fue fiel a sí mismo, observó lo que funcionaba y lo que no, cambiando el método para conseguirlo y así fue como consiguió que la Toyota se diera cuenta de su valor. Y en esta empresa continuó desarrollando dicha idea.

Quiso formar su propia empresa entonces, pero el gobierno japonés que se estaba preparando para la Segunda Guerra Mundial le negó entregarle el hormigón para construir su fábrica. Pero él no abandonó por eso, no enfocó la atención sobre lo injusto que era la situación y por eso su sueño continuó vivo. Una vez más usó su experiencia y desarrolló otra estrategia. Él y su equipo inventaron un proceso para crear su propio hormigón y luego construir la fábrica. Durante la guerra, esta fábrica fue bombardeada en dos ocasiones y quedaron destruidos grandes sectores de las instalaciones fabriles. ¿Qué hizo Honda?. Convocó de nuevo a su equipo y recogieron los bidones extra de gasolina que habían desechado los aviones estadounidenses. Los llamó " regalos del presidente Truman" porque le proporcionaron la materia prima que necesitaba para su proceso de fabricación, esos materiales eran muy escasos en el Japón de la guerra y muy escasos y sin embargo a pesar de quedarse sin fábrica él los aprovechó.

¿ Creéis que todo acaba aquí?¡No!. Para colmo de males, un terremoto asoló la fábrica recién reconstruida. Entonces Honda decidió vender sus pistones a Toyota.

Después de la guerra Japón sufrió escasez de gasolina y el señor Honda no podía ni usar el coche para ir por comida para su familia. Entonces, desesperado, colocó un pequeño motor a su bicicleta a sabiendas de que sus vecinos le pedirían que hiciese lo mismo con las suyas, así que sacó todas las que pudo hasta que al final, se quedó sin motores. Quiso montar una planta para fabricar motores más adecuados a las bicicletas, pero no tenía dinero. ¿Entonces que hizo?

Le escribió una carta personal a 18.000 propietarios de bicicletas en Japón apelando a la movilidad que les daría su invento y de esos 18.000 convenció a 5000 para que le avanzaran el capital que necesitaba Sin embargo, su motocicleta solo se vendía a los mayores fans de la bicicleta porque era demasiado grande y pesada, asi que hizo unos ajustes finales y creó una motocicleta mucho más ligera, a la cual llamó "Supercachorro". Fue un absoluto exito y hasta el emperador le felicitó por ello. Más tarde, sus motocicletas se exportaron a Europa y Estados Unidos y después de ellas, los coches de Honda.

Honda ha llegado a crear 100.000 puestos de trabajo en Japón y Estados Unidos y se la considera uno de los grandes imperios de fabricación de coches de Japón. Y todo este éxito se debe a que un hombre de origen humilde decidió creer en su propia idea y desarrollarla pasara lo que pasara, no dejarse llevar por las circunstancias, sino comprometerse con su sueño al 100 %. Si tuvo éxito es porque tomó pequeñas decisiones diarias de forma constante que le llevaron a ello y el éxito es la consecuencia de un trabajo constante y de una lucha atroz contra el desánimo que nos puede dar a nosotros mismos, o en boca de gente que no se atreve a tomar esas pequeñas decisiones diariamente.

Si no se toman esas pequeñas decisiones día a día, sin cesar en el empeño. Un día te levantas de la cama y te das cuenta de que tu fracaso ha sido totalmente culpa tuya.

Me ha resultado inspiradora la vida de Soichiro Honda. A menudo me he quejado porque las cosas no me salían bien y echaba la culpa a mis circunstancias. Ahora sé que las circunstancias no deben controlarme y que sólo yo conseguiré el éxito que tanto ansío a través de la constancia.



2 comentarios:

Estelwen Ancálimë dijo...

Un excelente lección y una excelente reflexión. Gracias por compartirla, Narwen :-)

Narwen dijo...

Gracias Estelwen.

Si a mí me ha ayudado...seguro que a mucha gente también les ayudará...